Durante las últimas décadas, el Perú ha transitado por un ciclo de crecimiento económico sostenido y, al mismo tiempo, por una profunda crisis de legitimidad política. Las estadísticas macroeconómicas reflejan estabilidad, pero la percepción ciudadana describe un país atrapado en su propio laberinto institucional. Como afirma el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, 2025), el Perú es un caso paradigmático de “progreso sin confianza”, donde el crecimiento no logra traducirse en cohesión social ni en fortalecimiento del Estado.
La pregunta “¿hacia dónde va el Perú?” exige mirar más allá de los indicadores de corto plazo. Requiere observar los procesos estructurales que definirán la próxima década: la fragilidad del sistema político, la concentración productiva, la informalidad laboral, la crisis del agua y los efectos acelerados del cambio climático. La prospectiva, como método científico de anticipación, permite imaginar futuros plausibles y diseñar caminos posibles (Godet, 2000; Schwartz, 1996). Desde esa perspectiva, este texto propone una lectura del Perú al horizonte 2035, articulada en tres escenarios: reforma gradual sostenida, ruptura reformista y estancamiento crónico.
El Perú del presente combina logros económicos y déficits sociales. El Banco Mundial (2023) estima que su crecimiento potencial ronda entre 2,5 % y 3 % anual, condicionado por la baja productividad y la dependencia de los minerales. La minería continúa siendo el eje estructural: la producción de cobre, oro y zinc se mantiene en niveles altos, con proyecciones de aumento para 2027 (Aycaya-Paco, Vilca-Mamani, & Torres-Cruz, 2023). Sin embargo, esta fortaleza es también una vulnerabilidad: el modelo primario-exportador mantiene al país expuesto a la volatilidad de los precios internacionales y posterga la diversificación productiva.
La debilidad institucional persiste como el talón de Aquiles del desarrollo peruano. En menos de una década, el país ha cambiado de presidente en repetidas ocasiones, lo que ha deteriorado la confianza en la política y en la justicia (Human Rights Watch, 2025; Freedom House, 2025). Esta inestabilidad, unida a la corrupción sistémica, limita la capacidad del Estado para ejecutar políticas públicas consistentes y sostenibles.
En el plano territorial, la desigualdad entre Lima y las regiones del interior revela un desequilibrio estructural. Cajamarca, Puno o Loreto representan el rostro del país profundo: regiones con recursos naturales abundantes pero con escasa infraestructura, servicios públicos precarios y baja conectividad digital. La informalidad laboral —que alcanza a más del 60 % de la población ocupada— refleja la distancia entre la economía moderna y la realidad cotidiana.
El cambio climático, por su parte, actúa como un amplificador de desigualdades. De acuerdo con De la Cruz et al. (2025), el estrés hídrico en zonas del sur como Tacna y la pérdida de glaciares andinos anticipan un escenario de crisis en la seguridad del agua. En la Amazonía, la deforestación causada por la minería ilegal ha superado las 140 000 hectáreas, afectando la biodiversidad y contaminando los ríos con mercurio (The Guardian, 2025). Estos datos confirman que el desarrollo económico sin sostenibilidad ambiental se convierte, tarde o temprano, en una amenaza para la propia vida.
La prospectiva no busca predecir el futuro, sino construirlo deliberadamente. Según Godet (2000), un escenario es una representación coherente de una realidad futura posible, construida a partir de tendencias, rupturas y decisiones estratégicas. En el caso del Perú, el horizonte 2035 puede configurarse como un espacio de bifurcación: avanzar hacia una modernización sostenible o quedar atrapado en un ciclo de inercia institucional.
El presente análisis utiliza tres escenarios arquetípicos:
Reforma gradual sostenida (RG-S), que representa la continuidad del modelo actual con mejoras incrementales.
Ruptura reformista (RR), que simboliza una transformación profunda del Estado y la economía.
Estancamiento crónico (EC), que refleja la persistencia del caos político y la parálisis institucional.
En el escenario de la reforma gradual sostenida, el Perú logra estabilizar su clima político tras las elecciones de 2026. Se alcanzan acuerdos mínimos entre las fuerzas políticas y se mantienen políticas macroeconómicas prudentes. Las reformas institucionales avanzan, aunque lentamente, y el crecimiento se mantiene entre 2,8 % y 3,5 % anual. El país mejora en indicadores de gobernanza, pero sin transformaciones estructurales de fondo.
La diversificación productiva se apoya en sectores de agroindustria, turismo y servicios digitales. Se implementan políticas de gestión del agua, aunque a escala moderada: proyectos de siembra y cosecha de agua, plantas de tratamiento y reúso, y microcuencas sostenibles. Este escenario asume que el Estado logra controlar parcialmente la corrupción, pero no erradicarla. Es el camino del progreso prudente: avanza, pero con el freno de mano puesto.
El segundo escenario, ruptura reformista, plantea una apuesta ambiciosa: un gobierno con legitimidad y visión de país impulsa reformas estructurales en justicia, transparencia, descentralización y transición energética. Se aprueba una ventanilla única nacional para permisos con plazos máximos de 180 días, se implementan subastas anuales de energía renovable con almacenamiento, y se lanza un Programa Nacional de Economía del Agua con fondos regionales y monitoreo por resultados.
En este contexto, la inversión privada se dinamiza, la educación adopta un modelo dual basado en competencias tecnológicas y la minería evoluciona hacia un esquema de trazabilidad ambiental total. El crecimiento promedio podría alcanzar entre 3,8 % y 4,5 % anual, con reducción de la pobreza a niveles cercanos al 10 % (OCDE, 2025; FMI, 2025). Se consolida una nueva matriz energética verde, y la economía peruana se reposiciona como exportadora de valor agregado y no solo de materias primas.
El caso de Cajamarca se vuelve emblemático. La región implementa el proyecto Cajamarca Ciudad-Esponja, donde la gestión del agua combina tecnología y saberes ancestrales; la minería incorpora un modelo de valor compartido con compras locales del 35 %; y la agroindustria de altura exporta productos sostenibles como granos nativos, berries andinos y lácteos premium. La universidad regional se convierte en el núcleo de innovación y formación dual. Es, en esencia, el sueño de un desarrollo con identidad territorial.
El escenario de estancamiento crónico representa la continuidad del conflicto y la desconfianza. Las elecciones de 2026 son impugnadas, los gobiernos carecen de legitimidad, y la corrupción se consolida como norma. Los proyectos públicos se paralizan, los conflictos sociales se multiplican y la minería ilegal se expande en territorios sin presencia estatal. El crecimiento económico se reduce a niveles de 1 % o 1,5 %, y la pobreza se mantiene por encima del 20 %. En este contexto, el país se fragmenta: Lima se blinda, las regiones se empobrecen y la población pierde fe en la democracia.
Human Rights Watch (2025) advierte que la erosión del Estado de derecho y el debilitamiento del sistema judicial pueden conducir a una regresión autoritaria. Si la gobernanza institucional no logra estabilizarse antes de 2030, el Perú corre el riesgo de ingresar en una “trampa de baja legitimidad”, donde ningún gobierno puede sostener políticas públicas de largo plazo.
Los tres escenarios no son destinos inevitables, sino opciones de trayectoria. Entre los factores decisivos se encuentran:
La reforma del sistema judicial y la lucha anticorrupción digitalizada.
La transformación educativa hacia un modelo dual técnico-tecnológico.
La diversificación productiva con enfoque territorial y sostenibilidad ambiental.
La gestión del agua como eje transversal del desarrollo nacional.
La transición energética hacia fuentes renovables con almacenamiento.
Estas palancas no dependen solo del Estado, sino también de la sociedad civil, la academia y el sector privado. La clave está en recuperar el sentido de propósito colectivo, construir confianza y asumir que la prosperidad duradera no puede fundarse en la corrupción ni en el extractivismo desmedido.
El futuro del Perú dependerá de su capacidad para transformar sus crisis en aprendizajes. El país se encuentra ante un dilema histórico: persistir en la lógica de la improvisación o dar un salto hacia una institucionalidad moderna, transparente y sostenible. La prospectiva demuestra que no existen futuros predestinados, sino futuros posibles que se eligen con decisiones coherentes.
Como escribió Godet (2000), “anticipar no es adivinar, sino prepararse para actuar”. El Perú necesita una narrativa de esperanza basada en conocimiento, ciencia y ética pública. No bastan los discursos, se requiere una nueva arquitectura de Estado que convierta la riqueza natural en bienestar social y la diversidad cultural en motor de innovación.
Si logra ese viraje, el 2035 podría ser recordado no como el año de las oportunidades perdidas, sino como el inicio de una nueva república sostenible y justa, capaz de reconciliar crecimiento con dignidad.
Referencias
Aycaya-Paco, J., Vilca-Mamani, R., & Torres-Cruz, J. (2023). Modelos ARIMA para pronóstico de producción minera del Perú 2023–2027. Revista Minería y Desarrollo, 12(2), 45-62.
Banco Mundial. (2023). Peru: Long-Term Growth Prospects and Structural Constraints. Washington, DC: World Bank.
Climate Action Tracker. (2025). Peru: Country assessment 2025. Recuperado de https://climateactiontracker.org
De la Cruz, M., Vargas, J., & Ortega, L. (2025). Impacto del cambio climático en la disponibilidad hídrica de la región sur del Perú. Revista Andina de Ciencias Ambientales, 8(1), 21-40.
Freedom House. (2025). Freedom in the World: Peru 2025. Washington, DC.
Godet, M. (2000). La prospectiva estratégica: problemas y métodos. París: Dunod.
Human Rights Watch. (2025). World Report 2025: Peru. Nueva York: HRW.
OCDE. (2025). Economic Outlook: Latin America and the Caribbean. París: OECD Publishing.
Schwartz, P. (1996). The Art of the Long View: Planning for the Future in an Uncertain World. New York: Doubleday.
The Guardian. (2025, octubre 8). Gold mining and deforestation in the Peruvian Amazon. Londres.
UNDP. (2025). Informe de Desarrollo Humano: Confianza, cohesión y desarrollo sostenible en el Perú. Lima: PNUD.