¿CONGA O TUMBADORA?

Si hay algo de lo que puedo estar seguro es que el pueblo de Cajamarca, mi pueblo, a decretado no consentir mas, actividades de minería extractiva a cielo abierto en cabeceras de cuenca, menos aquellas que formulan con su tecnología –lixiviación con cianuro- altísimo consumo de agua, por tanto desaparición de fuentes naturales de agua y mayor grado de contaminación como efecto colateral del proceso.

Esto se debe básicamente a como, durante mas de 18 años, las mineras asentadas en la zona, han aplicado sus procesos y relaciones con los involucrados. Ellas son las únicas responsables del estado de situación al que se ha llegado.

Los pasivos sociales, económicos y ambientales son enormes y muy poco se han compensado y remediado, estos pasivos son responsabilidad de las empresas mineras que no han sabido manejar sus relaciones con la comunidad y el ambiente y que, validos de argucias han producido desconfianza en un pueblo digno y noble como es Cajamarca lejos de compatibilizar explotación de recursos agotables con generación de alternativas  de desarrollo.

De  tal manera que, llegado este punto de quiebre,  debemos comprender que las causas de este conflicto entre el pueblo cajamarquino y la minera, son profundas, persisten y si no se abordan con racionalidad desde la propia empresa y el estado  podrían definir la convivencia o no de las empresas extractivas en todo el país.

La realidad se impone y es requerido que quienes han actuado distantes de su vecindad, de sus involucrados, deben y cuanto antes, procurar el recupero de la confianza de quienes los han acogido en su entorno.

Las mineras deben muchísimo, mucho mas que un simple pago por la explotación de los recursos, y esa es su responsabilidad, única y exclusiva.

En principio, un cambio de actitud que debe venir pletórico de humildad y decencia, con verdad sustentada y sin arrogancia, para ello es preciso que los actores de la gestión minera, en cada empresa, sean  personas alejadas del uso de la manipulación de conciencias, alejar aquellos  entusiasmados que por el corto plazo y por su bolsillo no ven mas que una oportunidad de hacerse de posesiones materiales sin interesarles un comino las necesidades de satisfacción de los que poseyendo la tierra no gozan de su riqueza y de sus posibilidades de crecimiento y que sobreponen bolsillo a conciencia, sentimiento y valores.

No se puede construir una relación entre personas si es que una de ellas actúa con arrogancia y desprecio por la otra, como no se puede convivir pacíficamente entre quienes abren brechas de desigualdad o las acentúan convirtiéndolas muchas veces en insalvables. El conflicto generado por el proyecto minero Conga, se ha vuelto, gracias a la propia empresa explotadora, en una tumbadora de la inversiones responsables.

Muchos que ven desde fuera el problema que ha derivado en conflicto, y otros, asalariados de parte, deslizan opiniones que de plano deterioran mas los espacios de raciocinio y entendimiento, ya que aseveran, temerariamente que, sin la inversión minería en el país no se podría generar desarrollo. Esa visión tan simplista, es la misma que sostienen  quienes explotan recursos naturales con metodologías de costo reducido, que encuentran ingentes ganancias mas allá de sus propias expectativas; sin importarles mayores cuidados medioambientales y sin mayor protección a la salud y la vida de las poblaciones vecinas a donde se asientan.

Construir relaciones duraderas cuesta y su base es la confianza. Perdida ésta, su recuperación es mucho mas costosa.

Ocurre que es práctica de muchas empresas desconocer o soslayar eventos que tienen que ver con daños directos o colaterales, propios de actividades extractivas, peor aún,  negar estos daños y valerse de mecanismos de poder para salir desconociendo también el perjuicio. Ello acrecienta y magnifica resentimientos naturales y reclamos totalmente justos, constituyéndose en una práctica que incuba rechazo de por sí. Eso sucede ahora en Cajamarca y como no, donde se reproducen situaciones similares.

El golpe de timón necesario para “recomponer” una relación entre tres partes: pueblo, estado y empresa, pasa por que quien sea responsable de haber generado el problema, tenga que resolverlo antes de seguir –por repetición de su metodología- generando nuevos problemas; y al parecer así lo ha entendido el gobierno, sin embargo la medida que usa para encauzar –de momento- la situación, no se percibe contundente.

Sin ser contrario a la inversión minera y mas bien tratando de plantear salidas razonables, debemos proponer algunos lineamientos que nos lleven a repensar en inversiones que sean realmente responsables, pensar en un estado fortalecido, vigilante y monitor de las actividades extractivas, un defensor de la persona humana por sobre todas las cosas. Así planteamos:

  • 1.-Aplazamiento en la ejecución de los proyectos de actividad extractiva que generan conflictividad con la población. Ello servirá para dar un tiempo de reflexión y para dar pie a  situaciones que vengan en compensar y reparar pasivos ambientales de la minería. (No se abandona la empleabilidad, ni mucho menos se la recorta, se convierte la mano de obra utilizada en explotación en actividades –obras- de compensación a las poblaciones y remediación de pasivos ambientales)
  • 2.- Revisión de los estudios de impacto ambiental de proyectos en ejecución y por ejecutarse. Para alinear los mismos con los correspondientes estudios de zonificación territorial  y de demarcación  ecológica y económica. (rol del estado conjuntamente con la participación de profesionales y empresas independientes y de confiabilidad internacional)

Cumplidos 1 y 2 es mucho mas eficiente iniciar diálogos de entendimiento para la convivencia. Aquí es interés de las partes hacer lo mas rápido posible.

Entre tanto y paralelamente:

  • 3.- Suministro de bienes y servicios de necesidad básica que requiere la población. Para dotar de salud (hospitales y centros de salud equipados), educación (escuelas y colegios equipados) , vivienda (impulsar programas existentes)  y vías de transporte de calidad (carreteras, puertos y aeropuertos de primer orden). Con asignación presupuestal compartida vía apalancamiento. Esto genera empleo y desarrolla infraestructura que distribuye bienestar.
  • 4.- Generación de nuevas actividades productivas que no generen dependencia, que no corrompan voluntades y menosprecien las actividades campesinas. Para encaminar sus empresas añadiéndoles valor productivo y comercial.
  • 5.- Financiamiento interno para crear empresas de nuevo tipo y estructura con facilidades fiscales y crediticias. Para impulsar la formalidad y la generación del auto empleo con base en el conocimiento y experiencia del profesional y técnico medio, peruano.

Todo esto se puede hacer y el Perú tiene los recursos para hacerlo, depende mucho de los decisores, en el estado en la empresa y en la población. Y que nadie venga a contarnos cuentos que el país se cae si se aplican planes como el propuesto, por el contrario, si se hace El País Gana.

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