¿Economía?: Inestabilidad y desconfianza

Respuestas que no se quisieran utilizar, pero que, lamentablemente, están.

Un estado de cosas que han sido generadas por alguien que, sabiendo perfectamente no debieran hacerse, las hizo. Su actitud creó un clima que no es propicio para hacer inversiones, porque sencillamente nadie en su sano juicio invertiría en un país, empresa o emprendimiento donde no se procura un grado de seguridad, donde no se confía en sus actores, donde no se respeta la ley. Éste tiempo quedará en la memoria de todos, de quienes lo alaban obstinadamente y de quienes, con razón, hemos criticado su historial profesional, su defensa de un modelo caduco y su promiscuo proceder.

Las expectativas de crecimiento, en un gran momento de precios (cu), están en declive, las reglas de llevar una economía saludable han sido alteradas y está claro que en ese camino, el crecimiento potencial no alcanzará para ver más empleos ni mejoras para los de abajo, para el pueblo, para los que más sufren y de los que se reclama «reconciliación», cuando es al revés el verdadero sentido en el que actuar.

La calle no se equivoca, es una forma de decir, lo que el pueblo quiere ver; negarse al sentimiento de aquellos que hasta el hartazgo claman por un cambio de actitud es sencillamente retrasar lo que inminente llegará, la calle está movida y hay que mirarla, escucharla, hacerle caso, es una encuesta innegable, que no se manipula, que está, que seguirá, hasta que cambien las cosas.

Hay en el ambiente un anhelo, una exigencia que no se puede canjear ni facipular, ya no, hay una nueva generación pendiente de todo, una generación que pide con desespero ser diferentes, es la nueva gente que precisa estabilidad y confianza, exigencias atendibles y que no tardarán en llegar. ¡Entiendan ya!

 

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