A diario vemos en los medios, sobre todo en las redes sociales como Facebook y Twitter, la producción masiva de lo que se denomina fake news o noticias falsas, pero, ¿qué nos a conducido a tamaño despropósito? La gente ya no cree en los hechos, no confía en nadie, el desencanto en las organizaciones y en los sistemas que deben atender justicia, pertinencia y oportunidad, ha generado esa sobrada desconfianza, alimentada, malamente, por generadores de opinión, informadores y cuando no políticos en busca de no perder notoriedad.
Si no confías en los hechos, en la verdad, confiar en alguien es de por si una lucha contra uno mismo.
El aliciente para la mentira es situarse en el foco de la noticia, es ocupar el centro de atención, aun con el costo de sufrir insulto y diatriba, lo que a muchos personajes parece no interesar evitar “dejar que hablen bien o mal de uno, lo importante es que hablen”, es la sociedad sin conciencia, sin valores, sin honor.
El fenómeno de los fake news ha desatado consciente y deliberadamente un serio peligro; racismo, misoginia, xenofobia, sexismo y eufemismo como mecanismo de manipulación, hoy legitimados con indecencia liberal.
(¿Quién o quienes alimentan el fenómeno y qué hacer frente a las fake news?
Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso, dice Chomsky, suponiendo que somos sociedades muy bien informadas. Nada mas falso, en sociedades como la nuestra, lamentablemente atrasadas, sin educación ni tecnología, la información de los hechos, de la verdad, es una utopía, algo distante y ahí reside la raíz de lo falso, lo que no se puede contrastar con oportunidad y que a la larga deja secuelas en la mente de quien recibe la manipulación.
Una forma ineludible y comprometida para hacer frente a la falsedad y a la manipulación, es, sin duda alguna, mas educación, en el amplio sentido del concepto, y en ello debe concentrarse prioritariamente el Estado.
19.10.19