¿DESENGAÑO DEL LLAMADO “MERCADO”?

Teóricos, con su fe en el libre mercado y en la globalización, habían prometido prosperidad para todos, suponían que la “Nueva Economía” con las innovaciones que marcaron la segunda mitad del siglo XX, incluyendo la desregulación[1] y la ingeniería financiera[2] iba a hacer posible una mejor gestión de los riesgos, y que traería consigo el final de fluctuaciones económicas. Si esa combinación no las había eliminado, por lo menos las estaba moderando, o eso nos decían. A todas luces la crisis económica ha hecho añicos esas ilusiones, nos está obligando a replantear unas ideas muy asentadas que han prevalecido como determinadas doctrinas sobre el mercado libre:

“Los mercados libres y sin barreras son eficientes”, “El mejor gobierno es un gobierno pequeño”, “La regulación obstaculiza la innovación”.

Coincidencias con Joseph Stiglitz[3]

Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal de EEUU durante el periodo en que prevalecieron esas ideas, admitió que había un fallo en su razonamiento.

Sin duda. los mercados son la base de cualquier economía próspera, pero no funcionan bien por sí solos, así lo sostiene el economista John Maynard Keynes. Es necesario que el gobierno desempeñe un papel y no sólo rescatando la economía cuando los mercados fallan sino regulándolos para evitar el tipo de fracasos que acabamos de experimentar. Las economías necesitan un equilibrio entre el papel de los mercados y el papel del gobierno, economía social de mercado le llaman en la Constitución Politica del Perú.

Las perspectivas erróneas conducen a las crisis, dificultan que los responsables de la toma de decisiones en el sector privado y los responsables de la política del sector público puedan ver los acuciantes problemas que contribuyen al fracaso a la hora de gestionar eficazmente sus catastróficas consecuencias[4].

La duración de las crisis dependerá de las políticas que se apliquen. De hecho, los errores ya cometidos tendrán como consecuencia que la crisis económica sea más prolongada y profunda de lo que habría sido en otras circunstancias, pero gestionarla es sólo una primera preocupación; también preocupa lo que surgirá después.

La crisis llevará a cambios en el ámbito de las políticas y en el ámbito de las ideas. Si tomamos las decisiones adecuadas, no únicamente las convenientes desde el punto de vista político o social, no sólo haremos más improbable otra crisis, sino que tal vez incluso consigamos acelerar el tipo de innovaciones reales que mejorarían la vida de la gente. Si tomamos las decisiones equivocadas, saldremos con una sociedad más dividida y con una economía más vulnerable a otra crisis.

En el ámbito de las políticas, determinar el éxito o el fracaso plantea un reto incluso más difícil que averiguar a quién o a qué atribuirle el mérito o a quién o a qué echarle la culpa.

A menudo nos preguntamos ¿cómo es posible que economistas profesionales hacedores de políticas públicas se equivocaran tanto? La crisis actual ha descubierto defectos fundamentales en el sistema capitalista, o por lo menos en la peculiar versión del capitalismo que surgió en la última parte del siglo XX, no es sólo una cuestión de individuos equivocados o de errores específicos, ni tampoco es cuestión de arreglar unos pocos problemas menores o de afinar unas cuantas políticas. Ver esos defectos ha resultado tan difícil porque queríamos creer a toda costa en nuestro sistema económico, las cifras reforzaban nuestro autoengaño. Al fin y al cabo, nuestra economía estaba creciendo deprisa y sólo era cuestión de tiempo que se demostrara que de muy poco sirve esa macroeconomía que descuida el bienestar de la población. La pandemia del Covid 19 desnudó enormes brechas y falencias.

Incluso hoy, muchos niegan la magnitud de los problemas que afronta nuestra economía, es pertinente un examen más detallado de la economía que sugiere que hay problemas más profundos: una sociedad en la que incluso los miembros de la clase media han visto cómo se perdían sus ingresos, una sociedad marcada por una desigualdad en aumento; un país donde, aunque con excepciones, exhibe que un peruano pobre jamás llegue a salir de su pobreza; muchos de los sectores económicos cruciales en Perú, aparte del financiero, tienen graves problemas, incluidos los de la salud, los servicios básicos, la energía y peor aún de la débil  industria manufacturera.

Los desequilibrios en el comercio mundial no desaparecerán por sí solos, en una economía globalizada, no se pueden afrontar los problemas sin contemplarlos en sentido amplio y es propicio repensar una matriz, un plan maestro, que permita reconfigurar un modelo que desarrolle economía interna, con dependencia de recursos propios, con base en producción nacional que resuelva la demanda interna.

(13 de agosto de 2023)

(*) Economista, Periodista según la ONU-DH, Maestría en Gestión de la Educación, y Especialidad en Planeamiento Estratégico, Especialidad en Informática y Computación. Especialidad en Formulación y Evaluación de Proyectos de Inversión Pública y Privada. Gestión Especializada en Planes Maestros de Aeropuertos. Licencia en Conciliación Extrajudicial. Asesoría y Consultoría Empresarial en Empresas de Construcción y Consultoría. Especialidad en Formulación y Evaluación Económica de Proyectos de Afianzamiento Hídrico. Planificación Estratégica de Riesgo de Desastres. Past director del Colegio de Economistas de Lima. Past Secretario Nacional de Asuntos Gremiales, Científicos y Académicos del Colegio de Economistas del Perú. Director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Nacional de Cajamarca.

https://foroeconomicoperu.com/   Consultas y aclaraciones: valdemarperu@gmail.com


[1] Proceso que tiende a favorecer el libre mercado y la competencia entre los posibles proveedores de un servicio, eliminando leyes, regulaciones administrativas o barreras artificiales que favorezcan situaciones de monopolio local.

[2] Técnica que permite aumentar o incrementar la productividad financiera de un negocio.

[3] Caída Libre: El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial

[4]Sharon LaFraniere, «China Puts Joblessness for Migrants at 20 million», New York Times, 2 de febrero de 2009. 

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