Ampliamente expuestos al peligro

¿Alguna vez te has preguntado por qué, durante tu infancia, tus padres o profesores te sugirieron, te inculcaron y, a veces, incluso te suplicaron sutilmente que tuvieras precaución? ¡Tengan cuidado! Para atravesar la calle de forma segura, es imperativo inspeccionar visualmente ambas direcciones y asegurarse de que no haya obstáculos ni vehículos que se acerquen. Tenga cuidado para evitar extraviar sus pertenencias. Tenga cuidado al administrar sus finanzas. ¡Tenga cuidado! ¿Cuál es el objetivo del exceso de protección? No, a menudo se ignora la prevención a pesar de su introducción temprana, y con frecuencia nos comportamos de manera irresponsable.

Sin embargo, ¿cuál es el motivo de entablar una discusión en torno a una memoria que se caracteriza por su sencillez? La solución es sencilla. Las interacciones superficiales con la historia, ya sean personales o colectivas, tienen un profundo impacto en nosotros. Además, ignorar estas interacciones tiene un precio, independientemente de su magnitud.

Nuestra vulnerabilidad aumenta cuando estamos ampliamente expuestos al peligro, ignoramos las medidas de prevención de riesgos y nos sometemos irracionalmente a riesgos tanto naturales como autoinducidos.

Como se ha mencionado anteriormente, la prevención abarca todas las actividades. Cuando hablamos del desarrollo de la gestión del riesgo de desastres nos referimos a abordar aspectos relacionados con el desarrollo económico y social sostenible de las personas, los gobiernos y nuestro país.

Para lograr resultados satisfactorios para el desarrollo sostenible, es fundamental incorporar la prevención como factor obligatorio. La prevención debe considerarse como un aspecto fundamental en la ejecución de cualquier programa, proyecto, acción o tarea.

Incorporar el componente de prevención en la planificación es un requisito crucial e indispensable. El costo social y económico surge de la falta de medidas preventivas o de la falta de planificación adecuada. Este costo se manifiesta como una reducción de vidas humanas y de la productividad general, lo que tiene consecuencias negativas para los individuos, las comunidades, las regiones y las naciones.

La falta de implementación de actividades, planes o tareas de prevención obligatoria, junto con preocupaciones de planificación e inversión, a menudo genera costos importantes que impactan negativamente en los presupuestos públicos o privados, únicamente como resultado de una falta de previsión.

Tanto a nivel mundial como dentro de nuestro país, tenemos numerosos casos que son a la vez dolorosos y extremadamente costosos. A pesar de la existencia de leyes, recomendaciones y nuestros esfuerzos de prevención, a menudo actuamos en contra de estas medidas. Construimos edificaciones en los cauces de ríos y arroyos o en terrenos inestables. Estas construcciones están autorizadas por las autoridades encargadas de la gestión de aceras, calles y servicios básicos. No tomamos en cuenta el hecho de que residimos en una región propensa a frecuentes actividades sísmicas y fuertes fuerzas naturales. Las autoridades aprueban cambios en el uso del suelo y la zonificación, lo que resulta en la construcción de edificios verticales mal ubicados destinados a familias múltiples. Esto ha aumentado significativamente el riesgo y la vulnerabilidad de la población.

La máxima obligación, tanto moral como jurídica, recae sobre quienes poseen la capacidad de evitar el peligro y mitigar o eliminar el riesgo. Sin embargo, optan por la facilidad de hacer la vista gorda, sin reconocer las repercusiones o negligencias derivadas de su inacción. Sin embargo, el propósito de estas reflexiones no es identificar o evaluar acciones específicas. Nuestro objetivo más bien es estimular la conciencia de cada autoridad y residente, ya sea en áreas urbanas o rurales, para que asuman la responsabilidad de sus acciones, independientemente de su naturaleza. Individual o comunal.

Supongamos que desea construir su residencia en un terreno recién adquirido, situado junto a un parque. Al consultar a un profesional, se le informa que se deben realizar ciertas investigaciones preliminares antes de comenzar la construcción. En concreto, es imprescindible evaluar la capacidad del suelo para soportar el peso de la edificación, ya que las características topográficas del terreno no suponen obstáculos importantes.

Con base en los resultados de los análisis de suelo, se ha determinado que su terreno carece de condiciones de soporte suficientes. Sin hacer una inversión adicional para fortalecer los cimientos e implementar las estructuras necesarias, no será posible construir la casa.

Es fundamental considerar que optar por no contratar a un especialista en construcción y confiar la construcción de su casa a alguien con conocimientos limitados en el campo supondría un riesgo importante para la salud y seguridad de los futuros ocupantes. Esto los haría muy susceptibles a sufrir daños, además de la posible pérdida de sus pertenencias.

¿Se implementó la prevención en nuestro ejemplo?

Afirmativamente, efectivamente lo hubo.

Al contratar a un especialista competente, ha tomado medidas proactivas para evitar posibles problemas. El especialista realizó minuciosos estudios de suelo y reforzó las estructuras, implementando efectivamente medidas preventivas. Por lo tanto, tomó medidas para garantizar que poseía una residencia que le brindaba una sensación de seguridad, al mismo tiempo que minimizaba la probabilidad de posibles daños y, en última instancia, disminuía o eliminaba su susceptibilidad a sufrir pérdidas.

¿Hubo algún costo asociado con la prevención?

Afirmativamente, lo poseía.

Al comparar, es evidente que la prevención tiene un costo menor. En este escenario hipotético, si la casa se hubiera construido sin considerar los desafíos que plantea el terreno, es posible que nos hubiésemos encontrado con el riesgo potencial de que la casa se derrumbara. Esto habría resultado en gastos superiores a los asociados con los análisis estructurales y de suelo, así como el costo de contratar a un profesional.

Todo esfuerzo humano conlleva un costo preventivo, como el de contratar profesionales y realizar estudios, que siempre es menor que el costo de la pérdida real del producto, como por ejemplo una casa. Este principio debe aplicarse en cada caso, proyecto, decisión y actividad. La prevención es un aspecto fundamental que engloba todas nuestras acciones y esfuerzos.

Cuando consideramos el costo de la prevención y lo comparamos con el costo total de reparar o reconstruir la infraestructura pública, el primero es significativamente menor.

Si asignáramos ponderaciones a los valores porcentuales de los costos de prevención para obras públicas o privadas, estaríamos dentro del rango del 7% al 15%. Estos valores se determinan con base en criterios técnicos que toman en cuenta los costos de estudios, supervisión y profesionales involucrados, asumiendo condiciones normales de ejecución.

Por lo tanto, al examinar los presupuestos asignados, podemos obtener una comprensión integral del monto de inversión dedicada a medidas de prevención en el país. Al implementar una política estatal rigurosa y obligatoria que mitigue efectivamente los riesgos, podemos prevenir o reducir la ocurrencia de desastres, lo que en última instancia conducirá a un resultado donde El País Gana.

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