Una explicación de los mecanismos de acumulación de capital en un entorno altamente competitivo, como el que caracteriza a la globalización, es el desarrollo endógeno. Los procesos que determinan el crecimiento de la productividad son la difusión del conocimiento, la organización flexible de la producción, las economías de urbanización y la densidad del tejido institucional. Como resultado de la implementación de reformas económicas orientadas al mercado, el crecimiento de la productividad generalmente ha aumentado. La formación de rendimientos crecientes puede facilitarse creando la sinergia necesaria entre estos procesos a través de un cierto grado de libertad económica.
La política de desarrollo local influye en estas dinámicas, permitiendo a las ciudades y regiones responder a los problemas planteados por la globalización. El desarrollo endógeno es una interpretación de la acción.
La globalización de la economía y la sociedad ha sido un nuevo paradigma que se ha extendido por el mundo durante los últimos diez años. La globalización de los sistemas de producción y los mercados se produce de forma gradual; el estado eleva y apoya a las corporaciones multinacionales; y las nuevas tecnologías en información, comunicaciones y transporte apoyan y mejoran las operaciones y relaciones entre empresas. Además, a medida que el modo de desarrollo industrial da paso al modo de desarrollo informacional, el proceso de integración económica toma forma.
La creciente rivalidad en el mercado es un sello distintivo del proceso de globalización, lo que indica que continuarán las alteraciones en el sistema productivo de las naciones, áreas y ciudades participantes. El proceso de globalización fomentará cambios en la estructura del sistema ciudad-región en línea con la nueva división global del trabajo, ya que las empresas no compiten en el vacío sino con el entorno institucional y productivo del que forman parte.
Los procesos de acumulación y desarrollo de capital en este escenario de intensificación de la competencia entre empresas y territorios están condicionados por una serie de factores importantes que actúan en conjunto: la difusión de innovaciones y conocimientos entre empresas y organizaciones, la adopción de sistemas de producción más flexibles organización, el crecimiento de las economías de urbanización y la densidad del tejido institucional. Además, en un esfuerzo por encontrar una vía de desarrollo sostenible, las ciudades y regiones reaccionan a los problemas planteados por la globalización adoptando actividades que tienen un impacto en las variables que dictan los procesos de acumulación de capital.
A continuación, discutiremos el proceso de globalización. Para caracterizar la globalización se suelen utilizar indicadores que muestran la expansión de la economía mundial, la internacionalización de los mercados y del sistema de producción, la disminución del papel económico del Estado y el aumento de la prominencia de las corporaciones multinacionales. En pocas palabras, los mecanismos que institucionalizan el proceso de globalización son las diversas formas de regionalización e integración de las economías nacionales (como la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Mercado Común del Cono Sur o la Asociación para la Cooperación en el Sur de Asia).
La definición, el significado, la dinámica y los efectos de la globalización son objeto de acalorados debates. Según Dabat (2000), hay cinco formas principales en que se puede interpretar la globalización: como un mundo sin fronteras (Ohmae, 1990 y 1995); como una fantasía desconectada de la realidad (Veseth, 1998; Wade, 1998); como forma contemporánea de liberalismo (Fukuyama, 1992); como internacionalización o globalización (Omán, 1994; Ferrer, 1996, Chaisnais, 1994); y como proceso histórico (Castells, 1996; Scott, 1998; Waterman, 1998).
La discusión sobre la noción de globalización lleva, frecuentemente, a un cierto escepticismo sobre sus implicaciones (Hirst y Thompson, 1996). En todo caso, se puede aceptar que desde hace una década se asiste a un reforzamiento de las relaciones económicas, políticas e institucionales entre los países que pueden conducir a la formación de un sistema global.
Lo siguiente, entre otras cosas, ha contribuido a la aceleración del proceso de globalización (OCDE, 1996): modificaciones de las políticas comerciales y económicas que han liberalizado ampliamente los mercados de productos, servicios y factores; nuevas tácticas comerciales adoptadas por corporaciones multinacionales para capitalizar las nuevas oportunidades de ubicación generadas por la integración; y la introducción de innovaciones en comunicaciones y transporte que faciliten la integración de los mercados y la producción multinacional y al mismo tiempo reduzcan los costos de producción y transporte.
En cualquier caso, como señala Ferrer (1996), la globalización es un fenómeno de larga data vinculado al comercio transfronterizo de productos y servicios, así como a la internacionalización del capital y la producción. Pero lo que distingue la forma actual de globalización de formas anteriores asociadas con la búsqueda de primas o nuevos mercados es la conexión entre la información y la aplicación de nuevas tecnologías y la internacionalización de los mercados y la producción (Omán, 1994). A través del establecimiento y crecimiento de sistemas empresariales y alianzas estratégicas mundiales, que permiten la creación de un número cada vez mayor de redes con una dimensión global, nuevas formas de organización productiva han potenciado este proceso.