Libera tu mente: Atrévete a pensar diferente

Sostiene Noemi Casquet en su obra Mala Mujer, que, “para la sociedad actual, el género está asociado a la genitalidad, si tienes pene eres un hombre, si tienes vagina eres una mujer”. Y por considerarlo de interés, aquí parafraseamos algo del texto de su obra:

“Así de simple, es una realidad que es más compleja, y es que género no es lo mismo que sexo. Es más, existe la intersexualidad, una variación que presenta características, tanto genéticas como fenotípicas (características físicas, bioquímicas y del comportamiento que se pueden observar), del hombre y de la mujer. Es algo que se contempla a nivel externo y que se manifiesta en la presencia de genitales alejados de lo normativo, ofreciendo una escala de variaciones entre el pene y la vagina. Las posibilidades son muy extensas, pero, entonces, ¿qué género tienen dichas personas?, se pregunta la sociedad”.

Cabe entonces razonar y realizar varias preguntas:

¿El género es, en realidad, una construcción social y especialmente cultural?

¿Podríamos asegurar que es un estado?

¿Nos definimos en base a un modelo binario que además tiene asignada a cada uno de sus elementos toda una serie de normas llamadas roles de género?

Lejos del pensamiento crítico

“Vivimos en un mundo binario: Blanco o negro, sin escalas de grises, derecha o izquierda, arriba o abajo, o, al menos, eso es lo que quieren hacernos creer. Todo lo que está establecido está dividido en dos, sí, incluido el género: hombre o mujer. ¿Pero no nos damos cuenta de colores en el intermedio? ¿Qué entre derecha e izquierda hay un centro? ¿Qué entre arriba y abajo hay un punto neutro? Simplificar la vida resulta más fácil y así nos evitamos pensar.

Es más fácil de manipular si reduces toda la complejidad a algo binario, las personas solo pueden escoger entre dos opciones: a o b. De ese modo, es mucho más sencillo dirigir a la sociedad, si ofreces dos polos opuestos, la gente debe decidir entre uno u otro. No hay término medio porque no interesa que las personas pensemos. En el momento que empecemos a construir nuestros propios valores, la sociedad actual habrá muerto y el sistema caerá. Tenemos la capacidad de escoger más de una opción, de debatir y filosofar, de pensar. Si la sociedad sigue el patrón establecido actual es porque nos están acostumbrando a eso, porque desde pequeños nos enseñan lo mismo: a escuchar, no cuestionar y asentir, ese conocimiento previamente delimitado. No interesa que seamos racionales”.

Prosigue la investigadora y periodista Casquet:

“Esta es la ley del género que tienes que cumplir, de hecho, la llevas estampada desde que naciste, si viniste al mundo con vagina, seguramente te pusieron un lacito rosado en la cabeza, te hicieron los huequitos para llevar aretes, pintaron tu cuna de rosa y compraron ropita del mismo color. De ese modo, la gente por la calle podía diferenciar tu género, o, al menos, el que socialmente te había sido asignado. ¡Y, por favor, no nos vayamos a equivocar! Si de repente dices que es una niña y resulta que el bebé tiene pene, te disculpas enseguida. ¿Cómo hemos cometido ese gravísimo error?

Los roles de género te siguen acompañando, mira a tu alrededor: Mujeres con tacones y falda, hombres con camisa y corbata, mujeres con las piernas cruzadas, hombres despatarrados en sus asientos, mujeres a las que se les quema el arroz, hombres que pueden vivir como les salga el resto de su vida, mujeres que tienen que ser limpias y organizadas, hombres que, bueno, son hombres y no saben cómo lavar los platos y menos las ollas; mujeres perfectamente depiladas, hombres que nacen con pelo y en los que, por lo tanto, es natural. Y así se podría seguir, pero, sería profundamente aburrido. La conclusión es que nuestra forma de hacer es una interpretación de ese género. Cómo tú eres actualmente es la representación de algo que se te ha asignado al nacer.

Quizás nunca te hayas preguntado quién eres, cómo te sientes o cuál es tu género. Quizás en su día lo hiciste y te diste cuenta de que tener pene no significaba ser hombre.

La genitalidad no debería definir nuestro género. Eso es un concepto demasiado complejo como para reducirlo a su mínimo exponente. Y mucho menos a la ropa. Es absurdo mirar raro a un hombre que lleva las uñas pintadas, ¡las uñas! Estamos hablando del color en una

parte del cuerpo. ¿Por qué debería ser un símbolo de femineidad o de masculinidad? ¿Por qué debería ser exclusivo de mujeres? O, peor, ¿por qué debería denotar una orientación sexual? Es tremendamente estúpido asignar un color a un género, algo que cada persona ve de forma diferente y, lo que es mejor, algo que en realidad es un reflejo de la luz en la materia.

¿Qué colores ves cuando no hay iluminación? ¡Ninguno!

Deberíamos empezar a asumir que la complejidad de ser quienes somos va mucho más allá de nimiedades como colores, prendas de ropa, cortes de pelo o formas de caminar, entre otras cosas. Y que, al mismo tiempo, la combinación de todo ello es la forma que tenemos de exteriorizar nuestro interior. Exprésate como te salga, No te dejes guiar por una ley intangible, no perpetúes la censura de expresión en el género y rompe con lo que se espera de ti. Cumple solo contigo, con lo que quieres ser, con lo que quieres mostrar”.

La lectura de las citas aquí expuestas debe conducirnos a pensar de diferente manera y seguir cuestionando aquello que es parte de nuestra forma común de pensar, cuestionar, es tiempo de hacerlo, el pensamiento crítico es ya una obligación, de otra forma seguiremos aceptando falacias y dogmas que no siempre son correctas.

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