Toda la vida en la Tierra depende del recurso vital del agua. No sólo es necesario para la supervivencia de la ecología mundial sino también para el bienestar de nuestra civilización y un componente vital del progreso y el desarrollo.

Hay agua en abundancia en la Tierra. Sólo una pequeña cantidad de esta agua es apta para uso industrial, agrícola y humano. También sabemos que, si bien recibimos algo de agua de lluvia, sólo un pequeño porcentaje irriga realmente el suelo. La mayor parte llega a ríos y arroyos, donde finalmente es vertido a los océanos.

Con tan poca agua restante para uso humano y para la infiltración del suelo, las capas del subsuelo se pueden reponer, lo que enfatiza la necesidad de recolectar, almacenar y gestionar agua en embalses.

El agua de lluvia tampoco se distribuye equitativamente entre estaciones o lugares, por lo que es esencial una gestión cuidadosa de esta agua debido al desequilibrio entre oferta y demanda.

Pero ¿cómo?, es la pregunta.

Para beneficio de la civilización a lo largo de la historia, se han almacenado enormes volúmenes de agua y se han regulado los caudales de los ríos mediante la construcción de presas y embalses en los ríos. El agua necesaria para la vida ha sido suministrada por represas en todas partes del planeta durante más de 4.000 años.

Estas represas pioneras todavía están en servicio en gran número hoy en día. Las presas y embalses siguen teniendo la misma función en respuesta a las demandas sociales y económicas globales. Además, se integran muy bien con la ecología local.

Las represas tienen varios usos, entre ellos el suministro de agua, la agricultura, el control de inundaciones, la electricidad, la navegación fluvial y el ocio.

Aún así, hay otras situaciones con las que lidiar.

Es necesario analizar continuamente la cantidad, calidad y puntualidad del suministro de agua y tomar decisiones. Por lo tanto, los procesos de toma de decisiones de muchos actores dependen del estudio científico de estos recursos. El mayor recurso natural para los humanos es el agua. Va acompañado del crecimiento de la población, la urbanización, la demanda de energía y las actividades productivas en todos los países del mundo. Además, el fenómeno del calentamiento global genera situaciones de estrés hídrico en muchos lugares, lo que genera malestar por la falta de agua en el mundo.

Perú, estratégicamente situado, recibe agua dulce del río Amazonas, el río más largo del mundo, que alimenta el bosque natural más grande del mundo y la mayor biodiversidad. Para el país, esto puede ofrecer enormes perspectivas, especialmente para las organizaciones asociadas al agua.

El 71% de los glaciares tropicales del mundo se encuentran en Perú. A medida que se derriten gradualmente, se han convertido en una de las primeras víctimas del calentamiento global, privando a la nación de uno de sus principales suministros y reservorios de agua dulce. Muchos países que están dispuestos a ayudar en esta cuestión se han dado cuenta de ello.

Los conflictos sociales relacionados con el agua hoy van desde cuestiones relacionadas con la minería versus la agricultura y las ciudades, pasando por la construcción de sistemas de riego y represas que extraen agua de lugares lejanos, hasta disputas entre grandes y pequeños agricultores por el agua. Según todos los datos de que disponemos, los conflictos están empeorando y es necesario adoptar medidas e instrumentos eficaces para detenerlos y solucionarlos. La solución difícil de lograr será una combinación de comunicación y participación con las fuerzas del orden y el mantenimiento del orden. Para ello será necesaria información y conocimiento de organismos estatales que protejan el interés nacional y gocen de suficiente prestigio y confianza pública.

Una vez más, Cajamarca sufre estrés hídrico como resultado de una gestión inadecuada de sus recursos hídricos. Por lo tanto, es imperativo buscar ese ansiado acuerdo que permita implementar proyectos que garanticen la sustentabilidad y sustentabilidad ambiental del recurso, así como el suministro de cantidad y calidad a un precio justo y asequible. Si productos como la generación hidroeléctrica y otros se producen como resultado de una obra tan necesaria, estos también deben tener en cuenta que la misma población se beneficia especialmente porque tiene derecho a ser propietaria.