A principios de 2023, Maite Melero, una investigadora competente en modelos de lenguaje, dijo que ya es factible utilizar modelos de lenguaje comparables a los que impulsan los robots conversacionales existentes. Sin embargo, ¿realmente se puede considerar una inteligencia artificial que tenga la capacidad de pensar? Según Melero, lo que nos sorprende es que el lenguaje parece una característica inherente al ser humano, pero estas inteligencias artificiales analizan y presentan los hechos en forma de lenguaje.
Los avances recientes en IA a menudo se consideran evidencia de que nos estamos acercando a la llegada de computadoras algorítmicas capaces de emular e incluso superar las capacidades cognitivas humanas. A menudo se le llama superinteligencia. La ciencia ficción ha servido durante mucho tiempo como un medio eficaz para expresar esta idea. Probablemente recuerdes la escena de la película Terminator cuando Skynet toma el control, adquiere conciencia de sí mismo y desea exterminar a la humanidad por verlos como rivales. En la película 2001: Odisea en el espacio, el AI HAL 9000, que controlaba la nave espacial Discovery, inicia un conflicto mortal con la tripulación humana para proteger la misión, que era su objetivo principal.
Este temor ha existido desde los inicios de la IA y se ha extendido más allá del ámbito de la ciencia ficción. Marvin Lee Minsky, una figura prominente en el campo de la IA y consultor de la película de Kubrick, expresó en la década de 1970 que, si las computadoras obtienen el control, puede que nos resulte imposible recuperarlo. Si la fortuna nos favorece, existe la posibilidad de que opten por retenernos como compañeros domesticados. Dos personas como Stephen Hawking, Elon Musk y Stuart Russell, han expresado sus temores sobre este tema.
Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google, predice con seguridad que dentro de unas pocas décadas la inteligencia artificial (IA) superará las capacidades humanas. Este avance provocará un fenómeno conocido como «singularidad tecnológica», en el que los robots o las máquinas equipadas con inteligencia artificial superarán a los humanos en todos los sentidos posibles.
La teoría principal detrás de estos pronósticos enfatiza la existencia de rápidos avances en el área de la inteligencia artificial. Esto plantea muchas preguntas: ¿tendría la actual tecnología de IA una influencia dinámica en la economía, la sociedad y, eventualmente, en la raza humana? ¿Estamos ante una situación auténtica o es sólo sensacionalismo? ¿Es exacto decir que la IA está eliminando la participación humana? ¿Estamos interesados en desarrollar inteligencia artificial que mejore el intelecto humano? ¿Deberíamos preocuparnos?
Ahora estamos inmersos en un nuevo paradigma coevolutivo en el que existe una dependencia mutua entre la inteligencia artificial (IA) y el intelecto humano. La trayectoria futura de nuestro viaje y el resultado final del equilibrio entre humanos y IA siguen siendo inciertos. Sin embargo, es evidente que la IA aspira a alcanzar un nivel de intelecto equivalente al de los humanos.
¿La IA está reemplazando a los humanos?
Las tareas que antes eran dominio exclusivo de las personas se están convirtiendo cada vez más en un híbrido de tecnología digital y participación humana. Ahora estamos experimentando un nuevo paradigma coevolutivo en el que la humanidad y la IA han comenzado juntos, lo que ha resultado en el establecimiento de una relación interdependiente cuyo equilibrio aún no se comprende completamente.
La IA se refiere al esfuerzo de automatizar funciones cognitivas que normalmente llevan a cabo las personas, utilizando una computadora que, guiada por un algoritmo, puede realizar de forma independiente tareas que normalmente necesitan inteligencia humana.
Los principales impulsores del crecimiento de la IA son los avances en los algoritmos, la disponibilidad de datos y la potencia de procesamiento.
La IA es la culminación del intelecto colectivo de innumerables pensadores que se ha acumulado a lo largo de la historia. Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XX que los científicos iniciaron el proceso de visualizar y delinear su potencial. Después de una extensa investigación y desarrollo durante muchas décadas, se alcanzó un hito significativo en el campo de la inteligencia artificial a finales del siglo anterior. Este hito incluyó la creación exitosa de una IA capaz de derrotar al campeón mundial de ajedrez, lo que marcó un gran avance en este campo. Este hito demostró de forma inequívoca que la IA es ya una realidad palpable y cierta que sin duda influirá en el futuro de la humanidad.
Establecer un punto de partida definitivo para dilucidar la historia de la máquina que alcanza la «inteligencia» es una tarea desafiante. Sorprendentemente, sus inicios están marcados por contribuciones de civilizaciones antiguas. Por ejemplo, Aristóteles, hace 2.300 años, sugirió transformar los procesos cognitivos del pensamiento humano en un conjunto de regulaciones. Más recientemente, el polifacético filósofo mallorquín Ramon Llull sugirió la creación de una máquina llamada Ars Magna. Esta máquina tenía la capacidad de realizar demostraciones lógicas para confirmar o refutar teorías. Fue diseñado como un dispositivo mecánico con palancas y ruedas que eran guiadas por mecanismos rudimentarios. A pesar de su simplicidad, marcó el primer intento de utilizar la lógica matemática para generar conocimiento a través de una máquina.
Desde entonces, el desarrollo de dispositivos que incorporan algún tipo de «inteligencia» ha sido continuo. Un ejemplo de tal dispositivo es la «máquina analítica» propuesta en 1837 por Charles Babbage, un matemático inglés. Esta máquina fue desarrollada específicamente para realizar cálculos matemáticos. Sin embargo, la construcción de esta computadora nunca se completó. Sin embargo, es ampliamente reconocido como el primer diseño de computadora que tenía una brillantez mecánica genuina, incluidas ruedas dentadas y lógica decimal. Además, introdujo nociones que todavía se utilizan en las computadoras modernas. Sin embargo, fue Ada Lovelace, matemática y escritora británica, quien comprendió y predijo el potencial de las computadoras para cumplir propósitos más allá de los meros cálculos matemáticos. Lovelace logró esto mediante la publicación de varios ensayos sobre el trabajo de Babbage. Sus notas publicadas incluyen lo que ahora se reconoce como el primer algoritmo, que es un componente fundamental de la inteligencia artificial.
Un algoritmo es un procedimiento paso a paso o un conjunto de reglas para resolver un problema o completar una tarea. Es un enfoque preciso y sistemático que se utiliza en varios campos, como la informática, las matemáticas y la ingeniería. Un conjunto completo de instrucciones enviadas a una máquina, incluidos todos los escenarios potenciales que puede encontrar durante un trabajo, podría denominarse inventario directivo. En otras palabras, el algoritmo no participa en procesos cognitivos, sino que ejecuta instrucciones. Por ejemplo, podemos ilustrar esto comparando el algoritmo con una receta culinaria a la que se adhiere la máquina para obtener el alimento deseado.
Alan Turing, matemático e informático teórico, es considerado una de las primeras influencias en la IA. Sin embargo, es más conocido por su papel en descifrar el sistema Enigma, que enviaba mensajes codificados a los submarinos alemanes en el Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial.
Alan Turing sentía una gran fascinación por la replicación artificial de las capacidades cognitivas del cerebro humano. En 1936, a la edad de veinticuatro años, escribió un artículo que hoy se considera la base de la informática teórica. En este artículo, defendió la distinción entre tareas computables y no computables: cualquier cosa que pudiera resolverse utilizando un algoritmo se consideraba computable, mientras que las tareas restantes se consideraban no computables. En 1950, fue autor del reconocido artículo de investigación titulado «Computational Machinery and Intelligence», en el que estableció los principios fundamentales de la inteligencia artificial (IA) e introdujo una especie de evaluación de imitación conocida como «prueba de Turing» para determinar la inteligencia de una máquina.
La prueba es una evaluación que evalúa la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente que es indistinguible del de una persona. Cuando esto sucede, la máquina puede considerarse inteligente. En general, implica hacer preguntas tanto a una computadora como a una persona, y utilizar sus respuestas para adquirir conocimientos.