Precarización de la democracia

Los colapsos democráticos ocurren cuando un sistema democrático deja de funcionar de manera efectiva, generalmente resultando en un autoritarismo o en una dictadura. Varias características pueden llevar a estos colapsos, y suelen estar interrelacionadas. La situación de la democracia en Perú es un tema de gran relevancia y preocupación y a través de esta columna de opinión daremos algunas perspectivas al respecto, con base en otras opiniones importantes:

El politólogo estadounidense Steven Levitsky, profesor de la Universidad de Harvard, ha señalado que la democracia peruana está en riesgo. Según él, no se ven las características que suelen llevar a colapsos democráticos, pero la debilidad estatal y la ausencia de partidos son preocupantes. Además, advierte que al convocar a nuevas elecciones podría resultar en más fragmentación y conflicto, sin garantía de mejores congresistas o un presidente más competente. En el contexto actual, algunos grupos se apropian del término “voluntad popular” para cuestionar funciones estatales y desconocer decisiones judiciales. Esto puede llevar a situaciones en las que la Constitución y la ley se ven sobrepasadas.

El Instituto Variedades de Democracia (V-Dem) señala que Perú está en declive hacia la autocracia. Aunque las próximas elecciones serán en 2026, es crucial estar alerta ante posibles riesgos.

Cuando las divisiones políticas, ideológicas o sociales se vuelven tan profundas que los diferentes grupos no pueden llegar a acuerdos ni encontrar puntos en común, la cooperación política se vuelve imposible, lo que debilita la democracia.

La erosión de las instituciones clave como la independencia judicial, el parlamento, y los medios de comunicación, puede socavar la democracia. Esto incluye el uso indebido del poder por parte de líderes para manipular o controlar estas instituciones.

La corrupción desenfrenada y la falta de rendición de cuentas erosionan la confianza pública en el gobierno y en el sistema democrático, lo que puede llevar a la apatía o a la aceptación de soluciones autoritarias.

Altos niveles de desigualdad pueden alimentar el resentimiento y la desconfianza en el sistema democrático, ya que grandes sectores de la población sienten que no están siendo representados o beneficiados.

Las crisis económicas severas o la inestabilidad social prolongada pueden llevar a que la población pierda fe en la democracia, volviéndose más receptiva a líderes populistas o autoritarios que prometen soluciones rápidas.

Líderes que socavan la democracia desde dentro, utilizando retórica populista, atacando a la prensa y a las instituciones, o ignorando las normas democráticas, pueden preparar el terreno para un colapso democrático.

Cuando las leyes no se aplican de manera justa o consistente, o cuando los líderes políticos actúan por encima de la ley, se erosiona el estado de derecho, lo que es fundamental para una democracia funcional.

Elecciones que no son libres ni justas, incluyendo la manipulación de los resultados o la represión de votantes, pueden deslegitimar el proceso democrático y llevar al colapso del sistema.

La concentración del poder mediático en manos de unos pocos o la manipulación del discurso público puede limitar la capacidad de la sociedad para ejercer un control efectivo sobre el gobierno y debilitar la democracia.

El uso de la violencia para reprimir la oposición, silenciar a los críticos o mantener el control puede destruir los pilares de la democracia.

Estas características, especialmente cuando se presentan en combinación, crean un entorno en el que la democracia puede debilitarse hasta el punto de colapsar.

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