Recurso hídrico es un término que se refiere a todas las fuentes de agua que están disponibles para su uso por parte de los seres humanos y otros organismos. Los recursos hídricos como ecosistema incluyen ríos, lagos, acuíferos subterráneos, agua de lluvia, agua de deshielo, y océanos, entre otros en determinado territorio. Estos recursos son esenciales para el consumo humano, la agricultura, la industria, la generación de energía, y el mantenimiento de ecosistemas naturales. El manejo adecuado de los recursos hídricos es crucial para garantizar su disponibilidad y calidad para las generaciones presentes y futuras.
Diversidad de industrias y actividades ha afectado indirectamente la disponibilidad y calidad del agua. La contaminación de ríos y lagos con metales pesados, como el mercurio y el arsénico, afecta no solo al medio ambiente, sino también a las comunidades que dependen de estas fuentes de agua para el consumo humano, la agricultura y la ganadería. Además, el uso intensivo de agua por parte de algunas empresas reduce la cantidad disponible para las comunidades.
Algunas operaciones mineras sin estándares de cuidado medioambiental han llevado a la extinción de especies acuáticas y terrestres en las zonas cercanas a las minas.
Los cambios en el uso del suelo, la deforestación y la contaminación han alterado los ecosistemas locales, afectando la flora y fauna de la región. La pérdida de biodiversidad puede tener efectos en cadena, alterando los servicios ecosistémicos de los que dependen las comunidades locales, como la polinización de cultivos y la regulación del clima.
Más allá de la contaminación, la minería a gran escala puede modificar drásticamente el paisaje, afectando la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
La minería a cielo abierto y otras formas de extracción intensiva transforman significativamente el paisaje natural, dejando cráteres, depósitos de desechos y alteraciones en el terreno. Estas modificaciones no solo afectan la estética del paisaje, sino que también pueden resultar en la pérdida de lugares sagrados o de importancia cultural para las comunidades locales.
Las antiguas explotaciones mineras en lugares como Hualgayoc y Paredones han dejado enormes pasivos ambientales, afectando la calidad del suelo y el agua.
La persistente pobreza en las poblaciones rurales encuentra un correlato con la explotación minera. Además, la construcción de grandes presas de relave en áreas sísmicas genera preocupaciones adicionales.
Más allá de los efectos mencionados previamente, la explotación minera tiene otros impactos significativos:
Datos oficiales respecto de la población rural en el departamento de Cajamarca señalan que esta sigue enfrentando dificultades económicas, y la minería no ha logrado mejorar su situación.
La reciente publicación del informe técnico “Perú: Evolución de la pobreza monetaria, 2014-2023”, del INEI, revela una preocupante tendencia al alza en los niveles de pobreza en el país desde 2019. Cajamarca se ha consolidado como la región más pobre, con el 44,5% de su población viviendo bajo la línea de pobreza y con más de 680,000 cajamarquinos enfrentando una precariedad económica que ha persistido y se ha agravado en los últimos años.
Además de los bajos ingresos, la pobreza en Cajamarca se manifiesta en la falta de acceso a servicios básicos, salud y educación de calidad. Este contexto exige una intervención inmediata y efectiva, con estrategias específicas que aborden las necesidades y vulnerabilidades particulares de esta región promoviendo un desarrollo integral y sostenible para sus habitantes.
Para empeorar la situación que se presente, la contaminación del agua y del aire, junto con la exposición a sustancias tóxicas liberadas, ha tenido efectos negativos en la salud de la población local. Las enfermedades respiratorias, problemas dermatológicos y trastornos neurológicos se han reportado con mayor frecuencia en las zonas cercanas a las operaciones mineras.
Por área de residencia, en el área urbana el 44,6% de la población tiene problemas de salud crónicos; en el área rural es el 37,4%. La brecha entre áreas es de 7,2 puntos porcentuales. Más aún, la anemia por déficit de hierro es estimada a partir del nivel de hemoglobina en la sangre. El indicador de prevalencia de anemia se define como la población de niños de 6 a 35 meses de edad cuya concentración de hemoglobina es menor o igual a 11,0 gramos por decilitro.
A nivel nacional, en el año 2023 la prevalencia de anemia en niños de 6 a 35 meses de edad alcanzó el 43,1%, mostrando un crecimiento no significativo de 0,7 punto porcentual; es decir, se mantiene el mismo nivel del año anterior.
Existe una cantidad significativa de tributos no declarados y no pagados por las actividades mineras.
La expansión de actividades mineras ha llevado al desplazamiento de comunidades rurales, afectando sus formas de vida tradicionales, como la agricultura y la ganadería. La pérdida de tierras agrícolas y la modificación del paisaje han reducido la disponibilidad de recursos para estas comunidades, empujándolas hacia la pobreza y la dependencia económica de la minería.
La presencia de grandes proyectos mineros ha generado tensiones sociales entre las comunidades locales y las empresas mineras. Estos conflictos a menudo están relacionados con la percepción de injusticia en la distribución de beneficios y la compensación por los impactos negativos de la minería. Además, la llegada de trabajadores externos puede alteró la dinámica social y cultural de las comunidades locales.
Las oportunidades laborales que ofrece la minería pueden atraer a poblaciones de otras regiones, generando cambios demográficos en las zonas mineras. Esto conlleva a la urbanización desordenada, sobrecargando los servicios públicos y alterando la estructura social de las comunidades.