Crónica de una audiencia pública anunciada

1. La puesta en escena: ¿Audiencia o espectáculo?

La audiencia fue formalmente una rendición de cuentas, pero en el fondo se sintió más como una ceremonia de autoconfesión. El uso constante de aplausos, arengas («¡Viva el Perú!», «¡Viva Mi Tierra!») y la banda musical, no contribuyó al espíritu de fiscalización ciudadana, sino al de un evento cuidadosamente guionado para reforzar el liderazgo de alguien.

¿Dónde quedó la crítica? Una verdadera audiencia pública debería fomentar el debate y la evaluación ciudadana, no solo permitir preguntas filtradas y seleccionadas por protocolo.

2. Despliegue de cifras, pero… ¿Y los indicadores de impacto?

Se anunció con énfasis una inversión histórica de millones de soles en obras y programas. Se enumeraron decenas de intervenciones: pistas, veredas, ferias, pozos, puentes, academias preuniversitarias, atenciones médicas, camales y plantas de tratamiento,  pero en ningún momento se presentaron indicadores de:

  • Reducción efectiva de la pobreza urbana o rural.
  • Mejora en los niveles de aprendizaje.
  • Generación de empleo sostenible.
  • Evolución de la inversión privada inducida por la obra pública.

¿Gastamos mucho? Sí. ¿Mejoramos sustancial? Aún no se ha probado.

3. Centralismo del poder local

Aunque se habla de “presupuesto participativo” y descentralización hacia centros poblados, el modelo sigue concentrado en la figura del “manda más” y su círculo. Se agradece al consejo, se aplaude a los cabildantes, pero no hay evidencia de que los ciudadanos hayan participado activamente en la definición del plan concertado al año 50, ni en la priorización de inversiones clave como la PTAR, PTRS o vías para mejorar la movilidad urbana o rural, hacer que los habitantes residenciales vivan con más seguridad y sin invasión de su tranquilidad y gocen de salud ambiental.

¿Participación ciudadana o clientelismo técnico disfrazado?

4. Éxitos sin auditoría y promesas con aroma electoral

Se celebran reconocimientos de ministerios y se citan cifras sorprendentes: reducción de la anemia, miles de visitantes por turismo, millones de soles en ventas en ferias, aumento de  recaudación, etc. Pero… ¿quién auditó esos datos? ¿Dónde están los informes independientes, las metodologías, los márgenes de error?

Por otro lado, muchas obras “por ejecutar” coinciden con cronogramas electorales: julio, agosto y septiembre. Justo antes del año de elecciones. Coincidencia o estrategia preelectoral encubierta.

5. El modelo: mucho cemento, poco modelo productivo.

Se sigue apostando por infraestructura y reordenamiento, pero no se menciona un solo proyecto de innovación tecnológica, desarrollo de capacidades digitales, o articulación con universidades para impulsar la economía del conocimiento, la mejora de capacidades de gestión sub nacional. Todo gira en torno al cemento, al pozo, a la feria.

¿Y los jóvenes egresados? ¿La empleabilidad técnica? ¿La reconversión productiva posminera?

6. Ambiente: del villano a la medalla

Se intentó revertir la narrativa que calificaba a la gestión de “anti ambiental”. Se respondió con toneladas recicladas, árboles plantados y mejoras en residuos sólidos. Pero todo indica que se ha tratado de una campaña reactiva más que de una visión ambiental transversal.

La mención del desastre ambiental histórico (aguas servidas sin tratar, contaminación de ríos) fue tardía. Se agradece que la PTAR esté encaminada, pero su ejecución aún no inicia.

7. La gestión como narrativa de salvación

Frases como “cambiamos la historia”, “el esfuerzo vale la pena” o “vamos a salvar mi Tierra” convierten la gestión edil en una narrativa mesiánica que elimina matices, borra contradicciones y sustituye el balance por el culto al gestor.

¿Es esto administración pública o marketing emocional?

Preguntas de fondo que la audiencia no respondió:

  1. ¿Cómo se está midiendo la eficiencia y eficacia de las inversiones?
  2. ¿Qué mecanismos reales de control ciudadano existen?
  3. ¿Por qué tantas promesas de obras grandes justo antes de elecciones?
  4. ¿Cuál es el plan de sostenibilidad económica postinfraestructura?
  5. ¿Qué parte del presupuesto se destina a innovación, ciencia y tecnología?
  6. ¿Por qué tanta protesta si todo está también?
  7. ¿Existe capacidad de gestión en todo el ámbito gerencial o solo es un bluf?
  8. ¿Cuál es la ejecución presupuestal y física al finalizar el quinto mes del año,?
  9. Sin estrategia que convenza, son inútiles exigencias “portátiles”.
  10. ¿Se animarán a escuchar y atender realmente los reclamos de la población?

¿“Que viva Yo o que viva la ciudadanía informada?

La audiencia sirvió para reforzar la imagen de un señor con “capacidad de ejecución (¿)”, pero también evidenció la ausencia de mecanismos sólidos de auditoría independiente, evaluación de impacto y participación crítica. La transparencia es más que un discurso: necesita cifras auditadas, voces disidentes y ciudadanía organizada.

“Mi Tierra” no necesita solo cemento, necesita visión, necesita eficiencia, necesita gestores.

Deja un comentario