En pleno siglo XXI, cuando la inteligencia artificial coloniza calles, aulas y hospitales, nuestras ciudades siguen siendo rehenes de una máquina del siglo pasado: el automóvil. La congestión vehicular, más que un problema técnico, es el síntoma más visible de un modelo urbano fallido, que idolatra el auto privado como símbolo de estatus y libertad, mientras sacrifica la calidad de vida, la equidad social y la salud pública.
¿Congestión? No. Colonización del espacio público
No estamos hablando de simples embotellamientos. Lo que sufrimos es una ocupación sistémica del espacio urbano por un modo de transporte ineficiente, contaminante y socialmente excluyente. Mientras miles de personas dependen del transporte público, el diseño vial privilegia al auto individual, ese tótem moderno que consume 11 veces más espacio por pasajero que un bus.
Una economía atrapada en el tráfico
El costo de la congestión no se mide solo en horas perdidas: se mide en oportunidades desperdiciadas. ¿Cómo puede una ciudad atraer inversiones, fomentar la productividad o estimular la innovación si sus ciudadanos pasan horas al día atrapados en una trampa de humo, bocinas y frustración? ¿Quién quiere vivir o invertir en una urbe que se devora a sí misma cada mañana, tarde y noche?
La urbanización del absurdo
La expansión desordenada, los semáforos obsoletos, la falta de planificación interinstitucional, la permisividad institucional con los estacionamientos en zonas saturadas. Todo esto no es casualidad: es la consecuencia de políticas miopes, presionadas por intereses económicos que privilegian al cemento y al petróleo por encima de la vida y el sentido común.
El “derecho a circular” se ha vuelto el argumento de quienes olvidan que la ciudad no es una autopista, sino un espacio para convivir.
Alternativas existen, ¿por qué no se aplican?
Mientras seguimos discutiendo si construir un paso a desnivel, by pass o como quiera llamarse, ciudades como Bogotá, Quito o Curitiba ya han demostrado que se puede transformar radicalmente la movilidad sin recurrir al fetichismo de la obra fabulosa. Con buses troncales, carriles exclusivos, sistemas inteligentes de semáforos y tarifas bien diseñadas, es posible frenar el caos.
Lo que falta no es tecnología, sino voluntad política. Liderazgo. Ciudadanía activa.
¿Y si prohibimos el auto?
No de forma literal, pero sí simbólica. Prohibamos el uso irracional del automóvil en zonas de alta congestión. Incentivemos el transporte colectivo digno, los modos no motorizados y la movilidad inteligente. Cambiemos la narrativa: el auto ya no representa progreso, sino colapso.
Es hora de diseñar ciudades para las personas, no para los parachoques.
Aquí una propuesta, idea sencilla, pero funcional:
Propuesta Piloto de Movilidad Urbana Sostenible en Cajamarca
1. Justificación
Cajamarca enfrenta una creciente congestión vial y deterioro del espacio público. La notable reducción de vehículos durante la noche revela que el uso del automóvil privado, léase vehículo privado; es flexible y puede ser sustituido. Esta propuesta busca transformar ese potencial en una intervención urbana sostenible, liberando progresivamente el centro histórico del uso abusivo del auto, mejorando el transporte público y recuperando el espacio para las personas.
2. Objetivo General
Implementar un plan piloto que reduzca el uso del automóvil en el centro de Cajamarca, fortalezca el transporte público, incentive la movilidad no motorizada y recupere el espacio urbano.
3. Ejes Estratégicos
A. Peatonalización y recuperación del espacio público
– Zonas sin autos entre 7 a.m. y 7 p.m.
– Prioridad peatonal en Jr. del Comercio, Amalia Puga, Dos de Mayo.
– Rehabilitación de aceras e iluminación.
B. Reordenamiento del estacionamiento
– Eliminación progresiva del parqueo gratuito.
– Estacionamientos intermodales en accesos a la ciudad.
– Tarifas diferenciadas según ubicación.
C. Transporte público mejorado
– Rutas troncales con minibuses.
– Carriles exclusivos en principales avenidas.
– Sistema de pago electrónico.
D. Movilidad alternativa
– Red de ciclovías conectadas.
– Promoción del uso de bicicletas.
– Servicios de transporte a demanda en zonas rurales cercanas.
4. Actores Involucrados
– Municipalidad Provincial de Cajamarca
– Gobierno Regional de Cajamarca
– Empresas de transporte público
– Policía de tránsito
– Comerciantes y ciudadanía organizada
5. Indicadores de Éxito
– Reducción del 30% de vehículos privados en el centro
– Aumento del 50% en uso de transporte público
– Duplicación del tránsito peatonal y ciclista
– Mejora en calidad del aire y reducción de ruido
6. Resultados Esperados
Un centro histórico más accesible, saludable y seguro. Sistema de transporte más eficiente y popular. Conciencia ciudadana sobre el valor de una movilidad sostenible. Modelo replicable para otras ciudades intermedias del país.