Econ. Francisco Valdemar Chávez Alvarrán
El teclado QWERTY es una muralla invisible. Fue diseñado para el inglés en el siglo XIX y, con su aparente neutralidad, impuso un filtro cultural que aún hoy afecta a millones. En el Perú, el idioma quechua, hablado por más de 3 millones de personas, se enfrenta a este obstáculo: un teclado que no reconoce su riqueza fonética ni sus particularidades gráficas (Callalli et al., 2024).
Exclusión tecnológica
La globalización prometió conectar al mundo, pero para los quechua hablantes la experiencia digital se parece a escribir con piedras en lugar de lápiz. La falta de teclas específicas obliga a improvisar símbolos, alterar ortografías o simplemente abandonar la escritura digital. El resultado es una exclusión silenciosa: mientras que millones participan en redes sociales en su lengua materna, el quechua sigue confinado a espacios marginales.
Paradoja del progreso
Es paradójico que, en plena era de la inteligencia artificial, cuando los discursos se traducen simultáneamente a decenas de idiomas, un joven de Cusco o Cajamarca deba “engañar” al teclado para escribir en su lengua ancestral. La metáfora es clara: la globalización es como un tren veloz que pasa frente a estaciones sin andenes; quienes no tienen acceso, solo miran desde lejos el humo de la modernidad.
Alternativas inclusivas
La buena noticia es que existen propuestas para corregir esta brecha. Investigadores peruanos y extranjeros han diseñado teclados adaptados al quechua, con grafías que facilitan su escritura digital. Estas iniciativas demuestran que la inclusión tecnológica no requiere grandes inversiones, sino voluntad política y creatividad. Cada tecla añadida es un ladrillo en el puente hacia la dignidad cultural.
La dimensión cultural
El problema no es únicamente técnico. Cada vez que un quechua hablante debe distorsionar su lengua para adaptarse al QWERTY, se erosiona su identidad. El teclado se convierte en una máquina de colonización silenciosa. Es como tener una guitarra afinada para una sola nota y exigir a todo un pueblo que cante únicamente en ese tono. Democratizar la escritura digital en lenguas originarias no es un gesto romántico: es un acto de justicia cultural y lingüística.
Políticas públicas necesarias
El Estado peruano podría dar pasos concretos: exigir a las grandes plataformas tecnológicas (Microsoft, Google, Apple) la incorporación oficial de teclados quechuas; fomentar el desarrollo de software libre con inclusión lingüística; y, sobre todo, capacitar a docentes para enseñar competencias digitales en lenguas originarias. Esto transformaría el paisaje educativo y cultural, devolviendo a los pueblos indígenas la posibilidad de escribir el futuro en sus propios términos.
Reflexión final
La digitalización del quechua es una batalla contra el olvido. No se trata de rescatar una lengua moribunda, sino de fortalecer un idioma vivo que lucha por un lugar en el siglo XXI. El teclado, ese objeto cotidiano que rara vez cuestionamos, se convierte en símbolo de inclusión o exclusión. Corregir esta injusticia es permitir que el Perú deje de cantar en una sola nota y abrace la sinfonía de su diversidad.
Referencia
Callalli, M., Fernández, L., & Quispe, R. (2024). Digital disenfranchisement: The QWERTY barrier for Quechua speakers. arXiv. https://arxiv.org/abs/2410.06453