El crecimiento urbano de Cajamarca ha incrementado sostenidamente la demanda de agua potable, mientras que la infraestructura de abastecimiento mantiene una capacidad limitada. Este ejercicio analiza la evolución de la oferta y la demanda de agua potable entre 2013 y 2025, utilizando un modelo econométrico ARIMA estacional aplicado a la serie mensual de consumo gestionada por EPS SEDACAJ S.A.
En ese contexto, los resultados muestran que la demanda mensual se incrementa de 590 000 m³ en 2013 a 681 000 m³ hacia octubre de 2025, mientras que la oferta -considerando los aportes de El Milagro, Santa Apolonia (río Ronquillo), Cápac Ñan y Ajoscancha – alcanzaría de forma efectiva 640 000 m³ mensuales, generando un déficit residual del 6 %.
El texto explica el comportamiento de la demanda, analiza la rigidez de la oferta y propone acciones concretas para equilibrar el sistema urbano de agua.
Durante la última década, Cajamarca ha experimentado una expansión urbana acelerada. El aumento de viviendas, comercios e instituciones públicas ha hecho que el consumo de agua crezca cada año.
La empresa prestadora SEDACAJ S.A., encargada del abastecimiento urbano, enfrenta una situación desafiante: debe producir más agua con una infraestructura que ya opera al límite de su capacidad. Mientras la población crece y las conexiones activas superan las 57 000, las fuentes de agua – ríos, manantiales y pozos – se mantienen prácticamente iguales.
Esta presión combinada ha generado un desequilibrio progresivo entre lo que la ciudad demanda y lo que el sistema puede ofrecer.
La oferta de agua potable en Cajamarca proviene de un conjunto de sistemas complementarios que, en conjunto, sostienen en parte el abastecimiento urbano. La Planta El Milagro, ubicada en la zona baja y alimentada por el río Grande, aporta entre 17 000 y 18 000 m³ diarios, cubriendo aproximadamente el 70 % del consumo urbano. Es la infraestructura más importante, pero también la más vulnerable a la turbidez del agua durante la temporada de lluvias, lo que obliga a disminuir la producción en ciertos meses.
A ella se suma la Planta Santa Apolonia, que se alimenta del río Ronquillo y contribuye con alrededor de 2 000 a 2 500 m³ diarios, abasteciendo los sectores altos del casco urbano central. Este sistema complementa la cobertura cuando los caudales del río Grande disminuyen o la demanda aumenta.
Los pozos tubulares de Cápac Ñan y Ajoscancha (en ejecución) refuerzan la red durante los meses secos, con una capacidad combinada cercana a 2 000 m³ diarios. Aunque su aporte es modesto, resulta esencial en momentos de escasez o mantenimiento de las plantas superficiales. Además, existen pozos menores de emergencia, con un rendimiento conjunto estimado en 400 m³ diarios.
En conjunto, la capacidad nominal del sistema integrado alcanza entre 22 000 y 23 000 m³ por día, lo que equivale a unos 660 000 – 690 000 m³ al mes. Sin embargo, la capacidad efectiva – la que realmente puede sostenerse de manera continua – se reduce a unos 640 000 m³ mensuales debido a mantenimientos, pérdidas y limitaciones energéticas.
Estos valores representan la verdadera frontera de la oferta urbana de agua, frente a una demanda que sigue aumentando mes a mes.
El ejercicio ARIMA muestra una evolución estimada de la oferta y la demanda de agua potable en Cajamarca hacia el 2025
| Año | Capacidad efectiva (m³/es) | Demanda (m³/mes) | Cobertura (%) |
| 2023 | 630 000 | 647 000 | 97 |
| 2024 | 645 000 | 662 000 | 97 |
| 2025 | 640 000 | 681 000 | 94 |
La lectura de esta tabla evidencia que, aun con los aportes de Santa Apolonia y los pozos subterráneos, la brecha de cobertura persiste. El déficit, aunque reducido, se mantiene en torno al 6 % y tiende a ampliarse si no se adoptan medidas correctivas.
Los datos confirman que la oferta de agua en Cajamarca es estructuralmente rígida, porque depende de infraestructura costosa, compleja y lenta de ampliar. En cambio, la demanda es dinámica y responde con rapidez al crecimiento urbano, a la construcción de nuevas viviendas y al aumento de conexiones domésticas y comerciales.
Esta diferencia entre la rapidez del crecimiento y la lentitud de la respuesta técnica genera una brecha estructural que, aunque hoy parece manejable, puede transformarse en un problema crítico en los próximos años.
Durante la temporada seca, los pozos tubulares de Cápac Ñan y Ajoscancha (en ejecución) ayudarían a aliviar la presión sobre las plantas superficiales, pero su funcionamiento depende de energía eléctrica continua y requiere mantenimiento constante. Por ello, su rendimiento real es variable. En época de lluvias, por su parte, la turbidez elevada del río Grande y del río Ronquillo obliga a detener o reducir los procesos de tratamiento, lo que limita la capacidad operativa de El Milagro y Santa Apolonia.
El resultado es un sistema que opera muy cerca del límite de su capacidad, sin márgenes de reserva suficientes para responder ante picos de consumo, emergencias climáticas o fallas técnicas.
Cerrar esta brecha exige una combinación equilibrada de inversiones, eficiencia y cultura ciudadana. Cajamarca no enfrenta una falta absoluta de agua, sino un problema de gestión integral del recurso: el reto no es producir más, sino usar mejor lo que ya se tiene.
El siguiente paso lógico es aplicar una estrategia que combine mejoras técnicas en la oferta con acciones sostenibles sobre la demanda. Estas son algunas de las medidas prioritarias:
- Ampliar la capacidad de la Planta El Milagro mediante nuevos módulos de tratamiento y sistemas de filtrado automatizados.
- Modernizar la Planta Santa Apolonia, incorporando tecnologías de control de sedimentos y válvulas de regulación inteligente.
- Incorporar energía solar y telemetría en los pozos tubulares de Cápac Ñan y Ajoscancha para garantizar su funcionamiento continuo, incluso en horarios de menor demanda.
- Reducir el agua no facturada (ANF) en al menos diez puntos porcentuales. Este solo cambio permitiría recuperar cerca de 60 000 m³ mensuales, equivalentes al déficit proyectado para 2025.
- Mejorar el sistema de distribución (roturas en la red pública) con cambios sustantivos.
- Desarrollar campañas educativas y programas escolares de uso racional del agua, fortaleciendo una cultura de cuidado y prevención.
- Aplicar tarifas progresivas que premien el consumo responsable y desincentiven el desperdicio.
Estas acciones no requieren una inversión inalcanzable: implican una mejor administración de la infraestructura existente, una gestión más precisa de los datos y una participación activa de la población usuaria.
Cajamarca podría alcanzar su equilibrio hídrico urbano en el corto plazo si logra integrar la inteligencia técnica con la conciencia social del agua.
Anticipar el agua es anticipar la vida. No se trata solo de prever cifras, sino de comprender los signos de un recurso que comienza a advertir sus límites. El agua de Cajamarca, que corre entre los valles y abastece a una ciudad en expansión, está mostrando ya los síntomas de un sistema que crece sin pausa mientras sus fuentes permanecen invariables.
Las proyecciones al 2025 revelan que el consumo urbano seguirá aumentando, y aunque las plantas y pozos actuales pueden cubrir gran parte de la demanda, la brecha estructural no desaparecerá sin decisiones firmes. Es necesario pensar el agua como un componente estratégico del desarrollo urbano, no solo como un servicio básico.
En Cajamarca, la sostenibilidad del sistema urbano de agua potable no depende únicamente de la infraestructura, sino también de la capacidad de anticipar y administrar el futuro. Anticipar significa planificar, ajustar, invertir y educar con visión territorial. Significa entender que cada litro producido, perdido o reutilizado define el equilibrio entre desarrollo y vulnerabilidad.
El reto inmediato es construir un modelo de gestión hídrica inteligente, basado en datos, transparencia y participación ciudadana. Un modelo que integre la predicción econométrica con la acción social, que traduzca las cifras en decisiones.
Si se modernizan las plantas, se optimizan los pozos y se reducen las pérdidas, Cajamarca podría alcanzar un equilibrio estable y sostenible antes del 2030. El conocimiento técnico, cuando se combina con la voluntad política y la educación, se convierte en una herramienta para garantizar no solo el servicio, sino la dignidad del agua como bien común.
El agua habla del futuro. Escucharla, comprenderla y anticiparla es la forma más sabia de asegurar la vida en una ciudad que sigue creciendo.