¿Será que el Perú ya está cansado de sus propias noticias?

Econ. Francisco Valdemar Chávez Alvarrán

            Cada semana en el Perú ocurre un escándalo nuevo: un ministro que renuncia, un proyecto de ley que genera controversia, un personaje público que se vuelve viral por razones dudosas. Se podría pensar que la noticia dejó de ser un acontecimiento para convertirse en rutina. Muchos ciudadanos – especialmente los jóvenes-  podrían estar entrando en una fase de fatiga informativa, donde ya nada sorprende y todo parece repetirse como un guion predecible. Si eso fuera cierto, el peligro no sería la indignación, sino la indiferencia.

            Porque cuando la ciudadanía deja de reaccionar, el poder se acomoda. Y cuando la política pierde relevancia social, el espacio público deja de tener sentido para la vida democrática. La apatía podría convertirse en silencio, y el silencio en un terreno fértil para decisiones oscuras. No sería absurdo pensar que un país que deja de creer en sus noticias empieza a dejar de creer en sí mismo.

            La sobreexposición mediática, la fragmentación de discursos, la desinformación y la politización extrema de los medios podrían estar desgastando la salud cívica del Perú. Se informa mucho, pero no se explica casi nada. Se repiten cifras, pero no se interpretan. Se difunden escándalos, pero no se investigan con profundidad. Si la información no logra construir conciencia ciudadana, entonces podría dejar de ser un servicio público para convertirse en una forma de ruido social.

            Pero si se reactivara la educación cívica, si surgieran espacios comunitarios de análisis ciudadano, si los medios regionales crecieran con seriedad y rigor, el país podría recuperar su capacidad de escuchar y pensar. Cajamarca, por ejemplo, podría liderar una nueva etapa de periodismo regional independiente, vinculado a la agenda territorial real: agua, educación, salud, innovación, empleo, seguridad. Si esto sucediera, tal vez el Perú volvería a creer en sus noticias porque vería en ellas su propio reflejo.

            Se sugiere que el periodismo de hoy necesita una nueva identidad: menos espectáculo y más propósito. Menos intereses y más territorio. Si el país comprendiera que la verdad no es rentable a corto plazo pero sí valiosa a largo plazo, podría despertar una ciudadanía crítica capaz de exigir, proponer y actuar. Porque la democracia no se alimenta solo de votos, sino de información confiable.

            Tal vez el Perú no esté cansado de las noticias. Tal vez esté cansado de no encontrar futuro dentro de ellas. Si los medios deciden mirar más allá del escándalo, podrían encontrar lo que el país espera: orientación, rigor, esperanza. Y si eso ocurre, la noticia volverá a ser lo que siempre debió ser: una ruta hacia la conciencia y no un estímulo pasajero hacia la indiferencia.

Deja un comentario